sábado, 3 de marzo de 2012

El mejor empeño

Pensé arrojar tu fotografía,

tu idolatrada fotografía,

al jardín, para que rodase

perdida en el mayor

anonimato, tal vez pisada

por algún niño risueño

u orinada por el perro

del vecino.

Luego consideré que ese gesto

perpetuaba en su trazado

imaginario un destino

demasiado singular

para tu imagen adorada.

Preferí dejarla intacta

en mi cartera

y esperar a que ese día

llegue, en que al mirarte,

no te vea.


Vicente Cervera, La partitura, 2001.




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