Domenico Ghirlandaio, Retrato de Giovanna Tournabonni (1490)
¿Qué hubieras pensado
al verte hoy,
siglos después de aquella tarde
en la que posaras para el pintor?
Creíste poder sobrevivir
al tiempo y a la muerte.
Y quizás lo habrías hecho
si hubieras elegido el momento en el que,
con él entre tus piernas,
gemías de placer,
o aquel otro día que,
a pesar de lo que tantas veces te habías prometido,
la renuncia,
la ataraxia,
todavía llorabas con el corazón roto del viejo dolor
que se te clava en el estómago.
(Sabes muy bien
que el amor siempre se acaba clavando en el estómago).
Ahora, sin embargo, estás aquí,
con el perfil cuidadosamente estudiado,
la mirada serena y confiada,
la sonrisa justa en el rostro.
Nada hay que deje entrever
el gemido o la lágrima.
Triunfó tu virtud.
La belleza sin vida ha sido tu eternidad.
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