Pasa el olvido lento y crece
la tarde
sobre el asfalto triste de noviembre
como una flor cansada.
No llueve ya desde hace tanto...
Son jóvenes y aún tienen
todo ese tiempo inmenso por delante
que es la vida
para elegir un banco donde amarse,
mientras noviembre cede al calendario
y otras aves
andan buscando el sol de otros veranos.
Son jóvenes y aún tienen
esa bella ignorancia en las pupilas
mirando al sol,
igual que girasoles trastornados...
Yo ya no puedo seguir buscándome en sus ojos;
yo ya pasé ese otoño:
sus piernas como barcas,
sus brazos de un remar tan claro,
sus dedos sin agobios...
Vendrán otros otoños pero nunca
tendrán aquel olor de nuevo
a callejón oscuro,
aquel olor a carne de gallina.
Natxo Vidal , de su poemario Atrás no es ningún sitio
(venga, las risicas...)
Caperucitazul está escuchando...
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