• El chocolate. En todas sus formas y colores.
• Dormir acurrucada, como si la infancia no se hubiera ido.
• El tacto de las sábanas recién lavadas en mis pies.
• Que me acaricien el pelo sin que yo lo pida.
• Sonreír cuando saludo.
• Que me sonrían.
• Llorar inconsolablemente y, tres segundos más tarde, echarme a reír.
• Abrirme una cerveza después y fumar mirando al vacío desde el balcón, como si fuera la protagonista de una tragedia griega que bebe cerveza y fuma, porque en mis tragedias los anacronismos no existen.
• Imaginar que vivo en algún lugar remoto y que todas las mañanas me despierta el olor a café recién hecho.
• Imaginar que esa misma mañana, un poco más tarde, abro la puerta de casa y la nieve llega hasta el portal entonces no puedo ir a trabajar y me paso toda la mañana en pijama con una taza de café calentándome las manos.
• Que me despierte la luz del sol y no el sonido del móvil.
• El olor de la vainilla que llevan las natillas de mi madre.
• Creer que algún día seré la dueña de un bar al que vendrán todos mis amigos y yo les serviré cervezas muy frías.
• Pasear en bicicleta por ciudades desconocidas mientras escucho música y me imagino que vivo allí.
• Las películas de Capra. Cualquiera de ellas, pero sobre todo Vive como quieras.
• Imaginar que soy la protagonista de Qué bello es vivir y James Stewart me acompaña a mi casa entonando canciones cursis y me dice que me regala la luna, entonces yo le digo que la acepto y así nos pasamos diez minutos diciendo chorradas de lo más ridículo hasta que un vecino gordo y feo le grita que se deje de rollos y que me bese.
• Viajar a cualquier sitio para escapar de la realidad.
• El olor del pan recién hecho.
• Besar. En todas sus formas y modalidades.
• Que me besen.
• Pasarme diez minutos embobada mirando la estantería de mi salón repleta de libros sin decidirme a coger ninguno.
• La gente que sonríe con los ojos antes que con la boca.
• Las mañanas de los sábados en las que no hay nada que hacer.
• Escribir listas como esta para sacudirme la tristeza.
1 comentario:
* Que me rasquen la espalda.
* Que me masajeen la cabeza.
* Que me llamen mis amigos.
* Sentirme feliz y afortunada con mi marido y mi hijo.
* Contemplar la puesta de sol, ahora que anochece tan tarde y el cielo está rojizo, anaranjado, esperando a la luna.
* Recordar entonces esos maravillosos versos de Machado: "El día, no queriendo morir, con garras de oro de los acantilados se prendía..."
* Leer o hacer un crucigrama antes de dormir, en silencio, ¡nada de tele!
* Tomar una cerveza bien fría en una terraza, mejor si es con un bocata de calamares.
* Disfrutar del primer baño marino del año en junio, toda una experiencia, nada que ver con el frío Cantábrico incluso en pleno agosto.
* Dormir desnuda.
* Echarme la siesta, cualquier día, no importa la época.
* Comer palomitas en el cine.
* Preparar un dulce brownie, una ensalada variada, una tarta de queso, unas tortitas con nata, un salmón en escabeche... y compartirlo todo con mi familia y amigos.
* Comer melón, sandía, melocotones, picotas, paraguayas... ahora que están en sazón.
* Tomar un gazpacho bien frío cuando el calor aprieta y el cuerpo necesita reponer líquidos nutritivos.
* ¡Saber que dentro de dos semanas tendré ya vacaciones!
* Seguir pensando placeres para añadir a la lista...
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