Según ciertos profesionales de la enseñanza, un docente es "un trabajador ejemplar y un currante en toda regla" cuando:
-No te importa perder todos los meses clase con tus alumnos para ir con ellos a ver la charla del último escritor que la editorial de turno ha puesto de moda.
-Cuando consideras que es preferible no dar la oración compuesta ni el comentario de texto y, por supuesto, reducir el número de lecturas obligatorias de cuatro a dos en 4º de la ESO para dedicar la mitad del segundo trimestre (no exagero) a confeccionar artísticamente unos libros de poemas (en horario de clases). Lo que antes era una actividad complementaria que podía, incluso, favorecer la comprensión de lecturas poéticas de grandes autores, se ha adueñado del currículum: ya no hace falta leer nada, dedicamos un mes y medio a que los alumnos adornen sus poemitas (porque tiene que ser algo grandioso y espectacular y si va acompañado de terciopelo y lacitos en la portada, mejor) y luego, una semana, a que los presenten en un acto oficial.
-Por supuesto, serás un excelente trabajador - y lo demostrarás- si aplaudes la iniciativa de suprimir las clases en la semana antes del puente de diciembre para dedicarlas a confeccionar separalibros con frases de nuestra tan grandiosa Constitución. Y por descontado, no debe importarte no tener tiempo para explicar "La Celestina", eso no es fundamental ni requiere ningún tipo de trabajo.
Ante esto, Caperucita Azul afirma (aunque San Internet se dedique a eliminar algunos "post" que escribe) que claudica de la enseñanza. Aunque siga acudiendo a trabajar todos los días.
-No te importa perder todos los meses clase con tus alumnos para ir con ellos a ver la charla del último escritor que la editorial de turno ha puesto de moda.
-Cuando consideras que es preferible no dar la oración compuesta ni el comentario de texto y, por supuesto, reducir el número de lecturas obligatorias de cuatro a dos en 4º de la ESO para dedicar la mitad del segundo trimestre (no exagero) a confeccionar artísticamente unos libros de poemas (en horario de clases). Lo que antes era una actividad complementaria que podía, incluso, favorecer la comprensión de lecturas poéticas de grandes autores, se ha adueñado del currículum: ya no hace falta leer nada, dedicamos un mes y medio a que los alumnos adornen sus poemitas (porque tiene que ser algo grandioso y espectacular y si va acompañado de terciopelo y lacitos en la portada, mejor) y luego, una semana, a que los presenten en un acto oficial.
-Por supuesto, serás un excelente trabajador - y lo demostrarás- si aplaudes la iniciativa de suprimir las clases en la semana antes del puente de diciembre para dedicarlas a confeccionar separalibros con frases de nuestra tan grandiosa Constitución. Y por descontado, no debe importarte no tener tiempo para explicar "La Celestina", eso no es fundamental ni requiere ningún tipo de trabajo.
Ante esto, Caperucita Azul afirma (aunque San Internet se dedique a eliminar algunos "post" que escribe) que claudica de la enseñanza. Aunque siga acudiendo a trabajar todos los días.
3 comentarios:
Siempre hay varias opciones: ir siempre contra corriente y convertir el trabajo en una repetición del mito de Sísifo; acomodarte y dejarte llevar, en trance como los del "soma"; y optar por la vía intermedia, asumiendo que hay cuestiones contra las que es imposible luchar porque competen a la política o a la condición humana.
En cualquier caso, lo primero la salud :-)
P.D: Tengo copiado tu post "Claudico", recogido por mi Reader, así que si quieres recuperarlo mándame un mail y te lo envío.
Acabo de salir de otro blog inundado de pesimismo. Éste también tiene lo suyo. Como dijo Bertold Brecht: "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son imprescindibles".
Pensemos que en el abdicar hay también una cultura de la rendición, de negación del esfuerzo. Nadie dijo que iba a ser fácil. Tendremos que asumir que si hacemos bien nuestro trabajo, algunos nos menospreciarán, nos agredirán. Ya sabemos que nadie nos va a aplaudir. No es posible hacer cien, pero sí veinticinco. No quiero dejarme llevar por esta corriente que asume la derrota. Un abrazo.
Gracias por vuestras palabras. Estoy de acuerdo contigo, Joselu, pero a veces es taaaaaaaaaaaan difícil.
Antonio: no creo que se trate de ir siempre contra corriente, sino de actuar de acuerdo a unos principios personales, pero reconozco a mí se me hace muy cuesta arriba.
Un abrazo.
Publicar un comentario