Esta mañana he tenido que llevar a mis alumnos de 3º a un encuentro con un conocido escritor catalán de literatura juvenil (no es Jordi Sierra i Fabra, es el otro). No voy a escribir (de nuevo) lo que me parecen este tipo de actividades, aunque sí diré, creo que ya lo he dicho en otras ocasiones, que el mercadeo de las editoriales y los departamentos me parece uno de los fraudes más importantes que existe en la Educación hoy día.
Pues bien, independientemente de mi posición personal, admito que en un momento dado, y si la persona invitada se toma en serio el trabajo por el que le pagan (igual que se nos exige a los profesores) puede resultar interesante. Pero no ha sido el caso; el conocido escritor ha hecho gala, no sólo de una falta de profesionalidad increíble, sino de un mal gusto y grosería como pocas veces he visto:
Tras llegar media hora tarde, el susodicho se ha subido al escenario acompañado de la jefa del departamento, a la que ha empezado a piropear de manera totalmente impropia con la consecuente carcajada del alumnado. De hecho creo que la historia de "el pendiente que te regalo a la espera de que quedes conmigo en otra ocasión más propicia para que te regale el segundo" es un clásico en su repertorio.
Tras la curiosa introducción, el personaje se ha dedicado a contar una serie de chorradas, porque no se puede decir otra cosa, acerca de las máquinas del futuro y el control de los sueños (aún me pregunto a cuento de qué); pero el punto culminante ha venido con la historia de una botella de agua que se le cayó en una conferencia y que ha dado pie a otras historias con erecciones y sueños eróticos incluidos en la temática.
Al finalizar su "conferencia" (en la que casi no ha dedicado ni cinco minutos al tema por el cual se le había "contratado", es decir, su libro), ha ido esquivando las preguntas de los alumnos sobre la obra (muy preparadas, por cierto) para soltar otras perlas como "yo puedo ver quien se va a morir aquí".
Y con las mismas, ha hecho garabatos en los libros de los alumnos, y se ha largado, acompañado de su representante editorial, los dos con los bolsillos bien llenos y nuestros alumnos leyendo un libro que sólo se ha elegido porque la visita del escritor era posible (¿para qué nos vamos a preguntar si realmente resulta adecuada académicamente su lectura?).
Por cierto, que las conclusiones de los alumnos han sido todavía más negativas que las mías. Yo les he contado que esta situación es mucho más habitual de lo que parece (todos hemos asistido a multitud de conferencias de las que hemos salido defraudados cuando la figura del escritor no coincide -no tiene por qué hacerlo- con la imagen que nos habíamos forjado de él). Pero aquí el tema es bien diferente: se trata de un señor al que le pagan por escribir supuesta "literatura juvenil y motivadora" y que tiene contratos con editoriales -y con el Ministerio- para realizar supuestas "actividades de animación a la lectura" y que, además, me ha hecho perder una hora y media de mi valioso tiempo como profesora, y a mis alumnos una clase en la que habrían aprendido el contexto de la literatura medieval.
Porque aquí, por si se nos ha olvidado, se trata de que los alumnos aprendan. Y una vez más, se me ha puesto delante de las narices la evidencia de que todo esto no es más que uno de los mayores fraudes que les estamos haciendo a las nuevas generaciones.
Pues bien, independientemente de mi posición personal, admito que en un momento dado, y si la persona invitada se toma en serio el trabajo por el que le pagan (igual que se nos exige a los profesores) puede resultar interesante. Pero no ha sido el caso; el conocido escritor ha hecho gala, no sólo de una falta de profesionalidad increíble, sino de un mal gusto y grosería como pocas veces he visto:
Tras llegar media hora tarde, el susodicho se ha subido al escenario acompañado de la jefa del departamento, a la que ha empezado a piropear de manera totalmente impropia con la consecuente carcajada del alumnado. De hecho creo que la historia de "el pendiente que te regalo a la espera de que quedes conmigo en otra ocasión más propicia para que te regale el segundo" es un clásico en su repertorio.
Tras la curiosa introducción, el personaje se ha dedicado a contar una serie de chorradas, porque no se puede decir otra cosa, acerca de las máquinas del futuro y el control de los sueños (aún me pregunto a cuento de qué); pero el punto culminante ha venido con la historia de una botella de agua que se le cayó en una conferencia y que ha dado pie a otras historias con erecciones y sueños eróticos incluidos en la temática.
Al finalizar su "conferencia" (en la que casi no ha dedicado ni cinco minutos al tema por el cual se le había "contratado", es decir, su libro), ha ido esquivando las preguntas de los alumnos sobre la obra (muy preparadas, por cierto) para soltar otras perlas como "yo puedo ver quien se va a morir aquí".
Y con las mismas, ha hecho garabatos en los libros de los alumnos, y se ha largado, acompañado de su representante editorial, los dos con los bolsillos bien llenos y nuestros alumnos leyendo un libro que sólo se ha elegido porque la visita del escritor era posible (¿para qué nos vamos a preguntar si realmente resulta adecuada académicamente su lectura?).
Por cierto, que las conclusiones de los alumnos han sido todavía más negativas que las mías. Yo les he contado que esta situación es mucho más habitual de lo que parece (todos hemos asistido a multitud de conferencias de las que hemos salido defraudados cuando la figura del escritor no coincide -no tiene por qué hacerlo- con la imagen que nos habíamos forjado de él). Pero aquí el tema es bien diferente: se trata de un señor al que le pagan por escribir supuesta "literatura juvenil y motivadora" y que tiene contratos con editoriales -y con el Ministerio- para realizar supuestas "actividades de animación a la lectura" y que, además, me ha hecho perder una hora y media de mi valioso tiempo como profesora, y a mis alumnos una clase en la que habrían aprendido el contexto de la literatura medieval.
Porque aquí, por si se nos ha olvidado, se trata de que los alumnos aprendan. Y una vez más, se me ha puesto delante de las narices la evidencia de que todo esto no es más que uno de los mayores fraudes que les estamos haciendo a las nuevas generaciones.
3 comentarios:
No hubiera estado mal que hubieras citado el nombre del escritor. He pensado en Andreu Martin, pero es un escritor que aprecio por su faceta de escritor de novela policíaca. Espero que no sea él.
El público juvenil es un mercado interesante y hay algunos escritores que se especializan en él, pero no sé si tienen en realidad un respeto por los lectores a que se dirigen o simplemente se aprovechan del mercado, sabiendo que lo que hacen no es gran literatura sino ese subproducto llamado literatura juvenil. Es un debate muy complejo. Yo detesto la literatura juvenil, pero la infantilización que ha supuesto toda la evolución de los últimos veinte años requiere de productos sencillitos, esquemáticos y no demasiado extensos que sean digeribles por nuestros adolescentes. No soy conocedor de este género. Antonio es un buen guía para conocer obras juveniles. Yo pensaba -cuando aún me estaba dado pensar- que no tendría que haber problema en que un adolescente leyera un libro de buena literatura siempre que fuera ameno y ágil. No es así. La realidad ha generado subproductos encaminados al consumo juvenil de muy baja calidad. ¿Qué le vamos a hacer? Es así. Les hemos hecho inmaduros, y así hasta los cuarenta años. Este escritor no ha respetado la ocasión. Imagino que no debe considerar en mucho su actividad como escritor juvenil. No sé.
Pues no lo he querido citar, Joselu, no sé por qué la verdad, pero qué mas da. Se trata de Joan Manuel Gisbert.
Y yo estoy totalmente de acuerdo con tu comentario: a ver, el oficio debe continuar (no vamso a quemar todos los libros que se escriban ahora, xDD) pero siempre he considerado que nuestra labor es otra. Pero últimamente me cuestiono todo...estoy demasiado pesimista.
Del autor que citas, he trabajado en 1º de ESO El secreto del hombre muerto, una novela que sólo se justifica en lectores en tránsito de la Primaria a la Secundaria. En mis listas está Los caminos del miedo, que me parece mucho más trabajada, aunque curiosamente gusta menos en clase. El otro día leí Escenarios fantásticos, que me hizo llegar el representante de esa editorial que no citas y de la que tampoco quiero hablar. Me pareció un libro de relleno, sin cohesión alguna, hecho de retales. Supongo que, cuando un contrato te obliga a hacer bolos a diestro y siniestro, la calidad va en picado, y esto no ocurre sólo en la literatura juvenil (véase la última novela? de Millás).
Un saludo.
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