jueves, 8 de julio de 2010

Anne Michaels

Para descansar del tremendo Vida y destino de Vasili Grossman en el que estoy sumergida estas semanas (tremendo por sus más de 1000 páginas y personajes, tremendo por la dureza de lo narrado), leo algo de poesía. Ha caído en mis manos El peso de las naranjas de la escritora canadiense Anne Michaels. Éste es el único poema que he encontrado por internet del libro; si tengo un rato copiaré algunos más. Disfrutadlo. Feliz verano.


FLORES

Hay otra piel dentro de mi piel
que se ajusta a tu tacto como un lago a la luz;
que desliza su memoria, su lenguaje perdido
dentro de tu lengua,
borrándome para hacerme de nuevo.

Justo cuando el cuerpo cree saber
los caminos para conocerse a sí mismo,
esta segunda piel sigue buscando sus respuestas.

En la calle - las sillas de los cafés abandonadas
en las terrazas, los puestos del mercado vaciados
de su viva luz,
aunque el pavimento todavía respire
uvas y melocotones -
como la luz de todo lo que crece
en la tierra recién removida,
cada partícula de mí se ajusta a tu tacto,
el viento envolviéndonos las piernas en mi vestido,
tu camisa deshaciéndose en flores por mis manos

2 comentarios:

Yolanda dijo...

Caperucitaazul, este poema me recuerda a Gioconda Belli. Como supongo la conoces, me limito a recordarte uno de sus poemas, que habla de otro alimento muy placentero.
PLACER DEL CHOCOLATE

Un cuadrado oscuro de chocolate
tiene para los dientes
el mismo efecto sensual
que el lodo en los pies traviesos de la niñez.
En la lengua, la densa materia oscura
suelta saliva en rojos cauces.
El chocolate se disuelve en dulce espeso fango,
cuando lentamente se acarician los bordes
hasta que la tableta en la cavidad cálida
suelta aromas recuerdos y flores
en las distendidas papilas.
Ríos de chocolate
atraviesan encías y resquicios dentales
y el placer -que uno sabe fugaz-
da sus vueltas atrapado en la boca.
Devoro chocolate ahora que no te tengo
para, lícitamente y sin culpas,
abandonarme al erotismo.

Comiendo chocolate pienso en tu piel a mordiscos,
pienso en tus piernas
tus pies
pienso en los manjares suculentos
de la vida.

Esther Escorihuela dijo...

Por azar conocí a esta escritora a través de un reportaje en Babelia. También por esas casualidades un regalo de un compañero puso en mis manos La cripta de invierno de esta escritora,una historia hermosa y dura, de una humanidad conmovedora en algunos pasajes. Me alegra encontrar este poema hoy aquí. Un saludo.