Esta mañana me he levantado a eso de las 8.00 para disfrutar de lo soleado que es mi último día de vacaciones. Con la casa completamente en silencio he estado leyendo un pequeño libro de poemas que he encontrado en el salón (¿Quién lo ha puesto ahí? ¿De quién es?). Se trata de Un corazón con pelos, del joven escritor peruano Peru Saizprez, del que poco se sabe, nada más que está afincado en Madrid y las puestas en escena de sus versos destacan por su originalidad (al menos eso me ha chivado Google).
Reconozco que el libro no me ha gustado. La supuesta originalidad será para quienes no hayan leído nada de poesía del siglo XX; me asombra cómo, en todas las entradas de Internet que hablan de este poeta, se le destaca por "dar importancia a los juegos tipográficos en sus versos", "sus poemas paracaídas" y sus "aviones poesía". Por un momento he creído retroceder al pasado para encontrarme con un Huidobro venido a menos y algunos otros vanguardistas a los que, reconozco, les tengo cierta manía literaria. A esto le sumo la sensación de estar leyendo a alguien que habla en vez de escribir y, sinceramente, echo de menos algo de Literatura en la literatura.
Dejando a un lado la crítica, os pongo aquí el único texto que me ha llamado la atención, no poéticamente sino por la idea que transmite: somos absurdos.
Reconozco que el libro no me ha gustado. La supuesta originalidad será para quienes no hayan leído nada de poesía del siglo XX; me asombra cómo, en todas las entradas de Internet que hablan de este poeta, se le destaca por "dar importancia a los juegos tipográficos en sus versos", "sus poemas paracaídas" y sus "aviones poesía". Por un momento he creído retroceder al pasado para encontrarme con un Huidobro venido a menos y algunos otros vanguardistas a los que, reconozco, les tengo cierta manía literaria. A esto le sumo la sensación de estar leyendo a alguien que habla en vez de escribir y, sinceramente, echo de menos algo de Literatura en la literatura.
Dejando a un lado la crítica, os pongo aquí el único texto que me ha llamado la atención, no poéticamente sino por la idea que transmite: somos absurdos.
La gente normal
La gente normal es muy rara,
tanto como una mujer en el aire en la otra.
Responde afanosamente a la palabra gratis,
obedece,
pone por delante el origen de la gente por delante del destino de la gente,
quiere ser alguien y se olvida de quén es,
le cree a la televisión,
cree que los políticos de su voto son diferentes de los políticos de los votos de otro,
cree que todo tiene su momento,
piensa poco,
no quiere estar sola.
Obedece.
La gente normal se siente normal en una estadística que le dice que morirá entre los 18
y los 35 en un accidente de tráfico y que si pasa de los cincuenta vivirá hasta los 80.
La gente normal no se pregunta de dónde viene lo que le dan,
tiene un sólo sexo,
pertenece a algo que está en contra de algo,
deja de aprender cuando le funciona lo que sabe,
pone a dIOS por encima de su vecino,
quita la mano del fuego porque es la suya,
cree que las balaceras son una palabra de otro sitio al que nunca irá,
cree que esto irá a mejor,
obedece.
Pide permiso con 24 horas de antelación para su rebelión y lleva un justificante de la
misma en el bolsillo de su chaqueta.
La gente normal es muy rara,
pierde la cabeza por el pelo de alguien que sale en alguna revista,
se acuesta pronto para no dejarnos soñar,
está entre el público,
le cuelga el amor del corazón,
no se vuelve loca, le atrapa la cordura y le hace feliz,
sale algo y lo compra, sale algo más, tira lo que ha comprado y lo compra.
La gente normal es muy rara,
su sueño es estándar.
A la mayoría de la gente le gustaría ser como la mayoría de la gente.
La gente normal es muy rara.
4 comentarios:
Desgraciadamente la poesía contemporánea aburre y ha hecho que la gente se aleje de ella.
Si no emociona no tiene cabida.
Difícil va a ser devolverle el esplendor si los editores no apuestan por otros poetas y los promocionan.
Un saludo
Hola Rubén: creo que hay buenos poetas contemporáneos, por lo menos, yo disfruto con bastantes, como Andrés Newman o Raquel Lanceros (menos conocida quizás). Reconozco no conocer mucho más de la última poesía, aunque en los últimos meses me estoy dedicando a ello.
El tema de las editoriales...bueno, eso es arena de otro costal: son como todo, un negocio.
Un saludo
Por supuesto, quería decir "harina de otro costal"
No está tan mal el libro.
Es cierto que muchas veces se pierde demasiado en buscar una tipografía llamativa, pero es una poesía fresca y que llega.
Por cierto, el poema que has puesto me recuerda un poco a la letra de "La gent normal", la canción de Pulp que los Manel versionan.
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