Hay veces en las que se decide que es mejor callar y contemplar en silencio lo que va ocurriendo delante de sus ojos. Uno no se aparta de la rutina diaria y sigue viviendo las mismas situaciones, paseándose por los mismos lugares o sonriendo a las mismas personas con las que se cruza todos los días, pero la diferencia es que lo hace en silencio, porque no le apetece hablar o porque ha descubierto que, a veces, es mejor callar esa voz que todos tenemos dentro y que siempre quiere imponerse por encima de todo y, sólo cuando aprende a mantenerla en silencio, descubre que la contemplación es también una forma de sabiduría. De ella emana la estoica tranquilidad que pocas veces tiene cabida en un mundo lleno de estímulos que nos quiere hacer sentir siempre anhelantes de deseos insatisfechos.
Esta paz mental en la que ahora me encuentro se traduce en leer más que en escribir, en escuchar más que en hablar, en contemplar desde la segunda fila más que en figurar en el escenario.
Quiero, pues, compartir con vosotros algunos de esos textos que leo últimamente. Inauguro la sección con algunos poemas de Andrés Neuman, un gran descubrimiento (ya conocía algo de su faceta cuentística) cuyo libro lleva unos días acompañándome a cualquier lugar de mi casa (así como otros que ya iré nombrando).
Aquí tenéis algunos poemas.
Quiero, pues, compartir con vosotros algunos de esos textos que leo últimamente. Inauguro la sección con algunos poemas de Andrés Neuman, un gran descubrimiento (ya conocía algo de su faceta cuentística) cuyo libro lleva unos días acompañándome a cualquier lugar de mi casa (así como otros que ya iré nombrando).
Aquí tenéis algunos poemas.
EL GRAN ARTE
¿Y si mentir no fuera vil
ni tan siquiera grave, no tuviese
fatales consecuencias,
no fuese irremediable ni sonase a pólvora;
y si mentir
no dejara marchitos los jardines
ni congelase el manantial sagrado
que riega nuestros sueños;
y si después de todo
mentir no fuera malo
sino sólo difícil?
Métodos de la noche
EL PARAÍSO LITERAL
Brilla sin anunciarse.
Apenas hace falta alzar la vista.
Es un ofrecimientoque la vida nos hace silenciosa
esperando que sean dignos ojos y digna su alegría.
Sencillamente azul dentro del pecho:
qué dicha haber llegado
al lugar donde estaba.
Hoy quisiera no añadir una coma
al cielo literal de cada día.
Mística abajo
VI
El silencio se baña. Está sediento.
Con su boca de estrellas ha dejado
la marca de los lobos en el agua.
La presa no aparece.
Hay un extraño amor en este miedo.
El mar de noche
vuelve a ser el origen del enigma,
ese hoyo anterior a las preguntas.
Perdido el horizonte,
en unión lo creado y lo vacío,
dos ojos salvavidas buscan nombre.
Mundo mar
II
Qué le han hecho a mi cuerpo,
cómo se ha transformado en este impulso
que en lugar de caminos abre zanjas.
Todavía me extraña este vacío,
el vacío también es un acorde.
Al fondo de la boca que perdí
alguien nombra mis agradecimientos.
Qué raro, balbucea,
qué raro ser un muerto pensativo.
Y para finalizar, como todo poeta que se precie, una versión libre de Palabras para Julia, de Goytisolo:
PALABRAS A UNA HIJA QUE NO TENGO
Entornaré tus ojos si prometes soñarme.
Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre:
a veces necesito saber que tienes miedo.
Cuando sepas hablar, dame mi nombre;
diciéndome papá habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado
tu cuerpo de princesa, más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
Acepta golosinas de los desconocidos
(no está el mundo como para negarse)
pero apréndete esto en cuanto puedas:
más frecuente es lo amargo, que te ignoren,
y no los caramelos.
Te enseñaré a leer fuera del aula
y llegada la hora quiero que escribas «mar»
sobre los azulejos del pasillo.
Cuando cruces por fin la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días para siempre.
No creas que en el fondo no soy un optimista:
de lo contrario tú no estarías ahí
cuidando que te cuide como debo.
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora.
Existe la alegría, pero duele;
tendrás que conseguirla.
Y cuando la consigas tendrás miedo.
El tobogán
6 comentarios:
Me ha encantado la versión de un poema que ya de por sí me encanta. Muchas gracias por esta pequeña selección de poemas.
En la línea de lo que comentas (el silencio), a mí me impresionó mucho José Ángel Valente. Difícil, denso, pero muy intenso.
¡Buen fin de semana!
He leído poco de Valente, sólo algunos poemas sueltos en antologías, pero me lo anoto como lectura pendiente ;).
Comparto tu admiración por el poema de Goytisolo, pero realmente no sé cuál de los dos (el original o el de Neuman) me gusta más. Sería interesante, quizás, saber cuántas versiones del mismo se habrán hecho. Adivino que no serán pocas.
Un abrazo y buen fin de semana!!
(p.d. Espero un post sobre Lost en tu blog!)
Interesante y necesaria reivindicación del silencio y la quietud, me encanta, así como la selección de poemas. Tienes toda la razón: a duras penas soportamos la ausencia de estímulos, casi siempre traducidos en ruido y agitación, como si la ausencia de actividad fisica fuera negativa. Yo creo todo lo contrario: hay que buscar y propiciar la reflexión y huir de la agitación y el aturdimiento. El ruido nos impide pensar y concentrarnos, hay que parar y re-llenarnos para poder seguir expresándonos.
upongo que conoces el poema "Pido slencio" de Pablo Neruda. Te pongo el principio porque es algo extenso:
Ahora me dejen tranquilo.
Ahora se acostumbren sin mí.
Yo voy a cerrar los ojos
y sólo quiero cinco cosas,
cinco raíces preferidas.
Una es el amor sin fin.
Lo segundo es ver el otoño.
No puedo ser sin que las hojas
vuelvan y vuelvan a la tierra.
Lo tercero es el grave invierno,
la lluvia que amé, la caricia
del fuego en el frío silvestre.
En cuarto lugar el verano
redondo como una sandía.
La quinta cosa son tus ojos,
Matilde mía, bienamada,
no quiero dormir sin tus ojos,
no quiero ver sin que me mires:
yo cambio la primavera
por que tú me sigas mirando.
Amigos, eso es cuanto quiero.
Es casi nada y casi todo.
...
Pero porque pido silencio
no crean que voy a morirme:
me pasa todo lo contrario:
sucede que voy a vivirme.
...
Gracias por el poema Yolanda. Confieso que Neruda no es santo de mi devoción pero tiene algunos versos muy lúcidos. Un abrazo.
Sin duda, Caperucita, escuchando, estando en segunda fila, callando, observando... se aprende mucho más y el mundo adquiere tonalidades diferentes a las que tiene cuando deseamos figurar, ser el centro o protagonistas. Sin embargo, alguien debe serlo. Si en un grupo nos juntamos todos los que queremos estar en segundo plano, es un poco rollo. A veces hay que ponerse en el centro, también. Un cordial saludo.
Efectivamente Joselu, sería un rollo. Pero si todos estuviéramos en primera fila, no nos pondríamos de acuerdo nunca jeje. Un saludo.
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