Despierto en la quietud del domingo
donde todavía me envuelve el humo
de las risas y el llanto compartido.
Nosotras, que siempre quisimos ser
como la torre nunca derribada,
hoy nos reencontramos en la añoranza
compartiendo los anhelos ajados
de piedras abatidas por la verdad.
Quizás sea alcanzable todavía
creer en algo –digamos que mágico-
ser de nuevo las princesas de aquel
cuento al que volvíamos cada tarde,
cuando la realidad imponía
su triste velo sobre nuestros sueños.
Sin embargo descubrimos lejano
el regreso a los versos agitados,
a las caricias que vibraban falsas
en las eternas tardes del amor;
hemos aprendido a cubrir de calma
la temblorosa inquietud del deseo,
vistiendo la mirada con frialdad
para que nadie construya el camino
que destruimos al tapiar nuestra alma.
3 comentarios:
La realidad y el deseo, que también da título a un poemario de Cernuda. ¡Qué magnífico título y que honda contradicción!
Retrato de una generación. Sigue con esta vena poética caperucita.
elhombredearena.
Gracias a los dos por vuestros comentarios. Disculpad que no os conteste, pero tengo la cabeza dando vueltas por otros sitios. Un abrazo
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