martes, 26 de enero de 2010

Ejercicios de aburrimiento (IV)

Despierto en la quietud del domingo

donde todavía me envuelve el humo

de las risas y el llanto compartido.

Nosotras, que siempre quisimos ser

como la torre nunca derribada,

hoy nos reencontramos en la añoranza

compartiendo los anhelos ajados

de piedras abatidas por la verdad.

Quizás sea alcanzable todavía

creer en algo –digamos que mágico-

ser de nuevo las princesas de aquel

cuento al que volvíamos cada tarde,

cuando la realidad imponía

su triste velo sobre nuestros sueños.

Sin embargo descubrimos lejano

el regreso a los versos agitados,

a las caricias que vibraban falsas

en las eternas tardes del amor;

hemos aprendido a cubrir de calma

la temblorosa inquietud del deseo,

vistiendo la mirada con frialdad

para que nadie construya el camino

que destruimos al tapiar nuestra alma.

3 comentarios:

Joselu dijo...

La realidad y el deseo, que también da título a un poemario de Cernuda. ¡Qué magnífico título y que honda contradicción!

elhombredearena dijo...

Retrato de una generación. Sigue con esta vena poética caperucita.

elhombredearena.

caperucitazul dijo...

Gracias a los dos por vuestros comentarios. Disculpad que no os conteste, pero tengo la cabeza dando vueltas por otros sitios. Un abrazo