viernes, 23 de octubre de 2009

Viernes por la tarde

Como tengo la cabeza en todos sitios menos encima de los hombros, voy coleccionando una serie de meteduras de pata que me van a crear fama de todo menos del tipo de profesora que quiero ser. Y esto tiene que ver con bachillerato y no con la ESO, donde se disimula muy bien. Esta semana, la lista se completa:

-Escribir "a vuelto" en la pizarra.
-No saberme la mitad de las siglas del ejercicio que tenía que corregir (tras echarle la bronca por no sabérselas ellos)
-No recordar, ni un sólo día, los deberes que había mandado para casa.
-No saber por qué narices he fijado un examen para este lunes, ni qué narices les dije que entraba.
-Darme cuenta, y que ellos se den cuenta, de que tengo graves carencias en el conocimiento de la morfología y la sintaxis.

A ver si para lo único que voy a valer ahora es para dar clase en los grupos flexibles.

p.d. Gracias a todos los que vinisteis a la fiesta iletrada y sobre todo, gracias a EME por prestarme las palabras que anoche necesitaba:

Rincones de soledad para seguir
leyendo
Y quedadas iletradas con cerveza
y humo
que también salvan

8 comentarios:

Anónimo dijo...

No deberías haber escrito este post. Me queda un sabor acre después de leerlo.

Juliiiii dijo...

Muchas veces me pasa que corrigiendo ejercicios me plantean alguna duda y salgo por la tangente diciendo que daría por válida esa respuesta siguiendo el razonamiento apropiado.

En cuanto a los despistes, no hay día que no pierda el cuaderno de notas, los bolígrafos, los exámenes... Por no hablar de estos alumnos que faltan el día del examen y les tienes que buscar otra fecha. Y no digo si quiero cambiarlo un poco...

caperucitazul dijo...

Anónimo: ¿acre por qué? Es bueno tener inseguridades de vez en cuando, nos ayudan a mejorar. Saludos

Juliii: si yo te contara...un día voy a hacer una selección de mis mejores meteduras de pata...en fin, cosas de los viernes por la tarde. Un saludo

Gemma dijo...

No sé para qué valemos, pero seguro que siendo "flexibles" seremos buenas profesoras en cualquier lugar...
A todos nos ha pasado y nos sigue pasando... Creo que esto es una de las mejores cosas de la enseñanza: aprender cada día, volver a empezar, reconocer el error, levantarse con más energía... Y no meter al horno la culpa, no sea que salga doradita y apetecible. La culpa, a la bsaura... ¡Lo nuestro es la vida!

Gracias por compartir el "desastre". Yo "te comparto" el mío, que es muy similar, y me alegro de haberte encontrado. ¡Me gusta la gente que mete la pata! ¡Y se ríe con dulzura!

caperucitazul dijo...

Gracias por tus palabras Jueves :)

Yolanda dijo...

Pero cómo no vamos a meter la pata continuamente, si entramos y salimos de aulas y despachos atendiendo a más de veinte alumnos a la vez, a sus padres (hay que identificarlos enseguida para no decir inconveniencias), a los compañeros, a los representantes de las editoriales, al jefe de estudios, a la directora, a las empresas de autobuses para preparar una excursión, a los guías de los museos, teniendo además en la cabeza la próxima clase (¿dónde me toca ahora?), los controles que debemos preparar, las fotocopias que hemos de hacer... buf... cada día supone afrontar mil tareas distintas sin apenas respiro, así que tranquila, Caperucita, todos los docentes sabemos de qué hablas. Fuera complejos, con los años y la práctica se aprende a echar mano de recursos personales que ayudan a solventar las situaciones más comprometidas. Cuando algún alumno advierte que me he equivocado le digo: "Muy bien, menos mal que alguno está atento a lo que digo". También hay que saber reírse de los propios fallos y mantener un buen clima en clase para no convertir los errores en un arma arrojadiza o motivo de burla. Con los mayores es más difícil, lo sé. No somos perfectos, ni lo pretendemos. Cierto orden es necesario, desde luego, pero no hay que obsesionarse con él ni tratar de ser seres superiores. Yo soy bastante desastre pero me entiendo con mi aparente caos y puedo improvisar si llega el caso. No como el hijo de Lázaro Carreter, que me dio clase en mis años de facultad (le llamábamos "El Lazarillo") y no sabía hacerlo si no seguía al pie de la letra sus apuntes escritos en un cuaderno. Un día unos graciosos se lo escondieron y nos dijo:"Lo siento, no puedo dar la clase porque no tengo los apuntes". No fue capaz de proponer otra actividad, un análisis sintáctico, por ejemplo. Dio una imagen bastante penosa. Supongo que desde entonces habrá aprendido algo, si es que sigue dando clase, que no lo sé.
Ánimo, colega, seguro que lo haces bien a pesar de tus fallos. Un abrazo.

Joselu dijo...

Todos metemos la gamba. En fin.

Toni Solano dijo...

Somos humanos y tenemos derecho a equivocarnos. Pienso que lo mejor es reconocerlo delante de ellos y asumir esa "humanidad". Un saludo solidario.