Las repuestas que se buscan a veces pueden ser tan peligrosas como las propias preguntas que se hacen para conseguirlas. Así que lo mejor es quedarse parado como los árboles y no preguntar, ni preguntarse, ni siquiera pensar. Quedarse uno quieto, disfrutar de la duda, que puede ser más sabrosa que la certeza porque, al menos, no te obliga a elegir, sólo a pasear por sus recovecos y sentir las punzadas de un avenir que no vas a salir a buscar, porque ya vendrá él solo y traerá las respuestas que no quieren ser descubiertas. En este impasse, aletargado como las tardes del verano en las calles de una ciudad, quiero seguir, duda, así que no te alejes y dejes que entre la respuesta porque seguramente la coja entre las manos y haga de ella un golpe seco contra la ventana. Déjame aquí, envuelta en la espiral de lo que no quiero conocer. Tranquila, serena, como el silencio que dejarás cuando te marches.
3 comentarios:
Hace poco leí -no recuerdo a quién- que "me atraen los hombres que tienen dudas, excepto en el caso de mi cirujano". Era algo así. No deja de ser cierto. La duda es buena, pero a ciertos niveles, caben certezas.
Jajaja, muy bueno el comentario del cirujano, Joselu. Considero que la duda es necesaria, pero sólo durante un periodo, el hombre necesita certezas, a todos los niveles, las encontremos o no, las buscamos continuamente. Recrearnos-elogiar- la duda, es únicamente una muestra de cobardía. Un saludo.
Yo no me atrevería a tanto como calificar la duda como un ejercicio de cobardía. No creo que sea así. Hay magníficos escritores que han optado por un tono dubitativo, escéptico, que han iluminado nuestra experiencia. Eso sí, en algún momento de nuestra vida debemos actuar, ser hombres de una pieza a pesar de nuestras dudas.
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