viernes, 4 de diciembre de 2009

El sinsentido

El Centro de Congresos de Murcia ha acogido, entre ayer y hoy, la celebración del Congreso Nacional de Voluntariado. Se trata de una feria más de las que están tan de moda en los últimos tiempos y, por supuesto, en fechas cercanas como la Navidad, se multiplican.
Como pertenezco, más por amistad con ciertas personas que trabajan en el sector que por afinidad ideológica, a una organización de este tipo, me ha tocado pasarme estas dos tardes por allí y lo que me he encontrado supera con creces lo que había visto: bajo el marbete hipócrita del voluntariado (palabra que por otro lado daría para un discurso desmontar la tremenda demagogia que se crea en torno a ella) se ha celebrado una feria de marketing y negocios de la Comunidad Autónoma: y no sólo por la bolsa llena de productos de la Región que nos entregaron a todos los asistentes, y éramos más de doscientos (incluyendo vino -del caro-, chorizo, arroz de Calasparra y otros productos), sino por la gran cantidad de dinero que se han gastado en montar todo un paripé, con comida y cena de gala y la inauguración a cargo de cierto matrimonio "real".
Da que pensar el motivo por el cual, desde la Administración se fomentan este tipo de actos, y no me refiero a quedarse sólo en la corteza del asunto (acallar conciencias, quedar bien promoviendo actos de "política social", etc.) sino pensar de verdad: ¿por qué está tan de moda el movimiento organizativo? ¿Por qué las autoridades apoyan con subvenciones, ferias y demás actos, la creación de asociaciones, fundamentalmente, aunque no sea el caso de la que pertenezco, juveniles que, incluso, mucchas de ellas parecen "predicar" en contra de la doctrina oficial?

Y la respuesta está en la típica frase "si no puedes con tu enemigo, únete a él": la mejor manera de evitar conflictos es crear un espacio donde la gente se crea que es libre, un sistema que te permita sentirte bien siendo "voluntario" pero que jamás cuestiones el sistema mismo, porque es él el que te lo permite. Y todo está tan extendido que, de manera personal y después de tres años metida en el mundillo, me doy cuenta de que nada tiene sentido. Uno se asocia, se hace voluntario, coopera con una organización (y de las importantes) porque te meten en la cabeza que tienes que hacerlo, te crees concienciado con el mundo en el que vives y no te das cuenta de que has sido atrapado en sus redes: ya no eres un sujeto peligroso, te han montado un escenario sólo para ti, sólo para que juegues a ser revolucionario. Y con ello, ya han conseguido lo que querían: ya te han acallado, ya no eres nadie.

Yo, por lo pronto, esta noche voy a brindar con el vino. Aunque sólo sea porque nada de lo que creía cierto tiene sentido.

Caperucitazul está escuchando:




2 comentarios:

Joselu dijo...

Y el dispendio y el despilfarro público continúa a cuenta de todas las administraciones. Hay que comprar voluntades, simpatías, adhesiones para tener una cla que aplauda tus decisiones. La política es penosa, pero pobre del político que no busque tener amigos aunque sea comprándolos.

caperucitazul dijo...

Efectivamente Joselu, eso es la política, ni más ni menos.
Abrazos